EDITORIAL FIN DE AÑO. PROPUESTA RADICAL, "UN PASTORADO DE HERMANOS-DIÁCONOS AUTOSUSTENTADOS"


El gigante IEP desde hace varios años ya ha comenzado a tambalear, antes del colapso siempre hay una tensa calma en la cual la autocomplacencia reina. Esto es típico de toda institución en crisis antes del fin.

Nos alegramos de la hermandad pensante, que quiera el cambio del pasado para asegurar un mejor futuro en el cumplimento de nuestra misión. Rescatando lo bueno, pero rechazando lo malo.

Este artículo culmina un estudio de fortalezas y debilidades de la IEP realizado por varios hermanos y hermanas voluntarios y voluntarias de nuestra iglesia a través de todo el país, quienes cooperaron con su experiencia en un diagnóstico realizado desde la hermanad respecto del estado actual de la IEP.

Las debilidades detectadas de la IEP son:
1° Burocratización del clero: los pastores viven ellos y sus familias del dinero de la IEP, con lo cual son más fieles a sus patrones corporativos que a su misión como ministros.
2° Falta de vocación verdadera por el ministerio de las almas: producto de lo anterior, muchos pastores descuidan el pastorear y apacentar a su grey y dedican mayor parte de su tiempo a cuestiones meramente administrativas (pastores cuenta-monedas).
3° Falta de transparencia eclesiástica: Nace también de los dos puntos anteriores. Por entender los actuales pastores que sólo responden corporativamente, por esto a los mismos no les importa realmente ser transparentes con las hermandades que presiden. Falta de transparencia que se expresa en la administración del patrimonio de la iglesia, que al fin y al cabo, es un patrimonio aportado por la propia hermandad a la cual se le niega el conocer los estados financieros de sus propios aporte.
4° Falta de formación en las sagradas escrituras: Esta debilidad en todo caso, es producto de fallas estructurales de la iglesia que no ofrece un adecuado apoyo en la formación de la gente que ejerce el ministerio.  

Fortalezas de la IEP:
1° Hermandad fuertemente comprometida con el funcionamiento de la iglesia local: Nótese que esta en gran medida es mantenida por la propia hermanada en lo económico, pero también en lo espiritual (los guías realmente pastorean en muchas iglesias, y los grupos dirigidos por laicos son los que predican y llevan adelante la labro espiritual).
2° Producto de lo anterior espíritu de cuerpo y pertenencia altamente desarrollado hacia la IEP como corporación nacional e internacional.

La conclusión de este estudio es un propuesta radical, que hunde su fundamento en la identificación de todos los males institucionales de la IEP está dado por la forma en que hoy se concibe al pastorado, esto es, como una burocracia institucional de pastores que viven de la IEP, y que responden a sus patrones corporativos más que a sus hermanos, a quienes por mandato bíblico, se deben en última instancia tanto espiritual como temporalmente.

A los lectores rogamos que no le tengan miedo a tener una mente abierta a los cambios antes de comenzar la lectura.

En este escrito nos proponemos describir algunos de los aspectos que están sucediendo en la Iglesia y sugerir, al mismo tiempo, medios a través de los cuales la iglesia pueda buscar la reorganización radical de la labor ministerial de los pastores. Por supuesto, no recomendamos cambios esenciales en la fe de la Iglesia y menos aún sugerimos la disolución de la IEP, o la supresión de su pastorado, pero si su transformación conforme a moldes que cumplan con estándares bíblicos.

Trazaremos un cuadro de posibles, cambios sólidamente enraizados en los orígenes mismos de la Iglesia y orientado hacia las necesidades de la sociedad IEP del mañana. La aceptación de este tipo de reforma requerirá que la Iglesia viva la pobreza evangélica de Cristo y se desprenda de muchas tradiciones de hombres acumuladas a través de los años.

Pensemos primero en lo "atrayente" que es hoy el ministerio pastoral para las personas de la iglesia. Esta reflexión la hacemos sobre la base del versículo bíblico, de quien "anhela obispado, buena obra desea" (1ra Tim 3:1). Este versículo se refiere no a la gente que simplemente desea funciones ministeriales por razones vanas, sino por quien siente verdaderamente el llamado es a ser ministro de Dios. Antiguamente muchos hermanos sentían el llamado a ser verdaderos ministros, hoy si hacemos una encuesta entre los adultos jóvenes (que tiene buenos trabajos y/o estudios) ¿Quién quiere ser ministro en las actuales condiciones ofrecidas por la institucionalidad IEP? (sistema jerárquico inflexible, sistema con altas cuotas de amiguismo y corrupción, autonomía pastoral coartada por "doctrina oficial", etc.). La respuesta positiva entre este grupo a favor de convertirse en ministro será hoy muy baja, y esta es una realidad que no puede ser desmentida.

La estructura "parroquial" de la IEP no responde ya a la realidad del mundo desarrollado (al cual Chile está ad-portas) y al de una sociedad democrática. En las grandes zonas urbanas esta estructura eclesiástica IEP es una reliquia de un estilo social trasnochado destinado a conservarse en una Iglesia-museo. Mas aún, nuestro mundo actual frecuentemente acelera los continuos cambios de las estructuras sociales en cuyo contexto la Iglesia debe realizar las funciones que le son propias. Para presentar con mayor claridad esta tensión entre una herencia estructural y una tarea contemporánea centraremos nuestra atención en la naturaleza y función del ministerio, el complicado canal a través del cual la Iglesia llega al mundo. De esta manera tal vez, podremos entrever la Iglesia del mañana.

Se hace evidente que los conceptos básicos y aceptados del ministerio dentro de la Iglesia, son hoy inadecuados. En nuestra opinión la iglesia no necesita el número actual de "ministros" empleados a tiempo completo que trabajan en su estructura operacional. Es mas, la situación sugiere la necesidad de un profundo
replanteamiento de los elementos que hacen posible la idea, comúnmente aceptada, del pastor que no "trabaja en el mundo", sino que solamente "se le paga" para ser pastor y vivir en la "casa pastoral"

Para entender nuestra tesis, es necesario reexaminar las relaciones que existen entre ministerio como pretendido "sacramento" u orden (al estilo católico-romano) y luego repensarlo como "personal" (recurso humano) de la IEP a tiempo completo; entre ministerio pastoral y funciones administrativas; entre ministerio y formación teológica.

Actualmente se supone que la mayor parte de las tareas ministeriales de la Iglesia, si no es que todas, tienen
que ser efectuadas por "pastores-curas" (como católicos), es decir, ministros empleados a tiempo completo y a sueldo (esto es pagados, con dineros del diezmo y ofrendas, o sea remunerados por su oficio de ministro). Estos "pastores-curas" normalmente en casi todos los casos de la IEP, no son gente egresados de seminarios teológicos, sino gente nombrada por otro "pastor-cura" que juzga la oportunidad de "presentarlo" ante la institución como "obrero aprobado" para transformarse en un nuevo "pastor-cura".

Estos últimos, luego de pasar por un comisión examinadora,  y si aceptan el nombramiento, son destinados a las distintas "parroquias" que la IEP tiene en el país o extranjero. Por supuesto implícitamente aceptan obedecer a su superiores, y sobre todo al Superintendente, y son "ordenados" pastores en una ceremonia que se confunde con la ceremonia de ordenación de los católicos, esto es, pretendiendo que se adquiere un carácter sacerdotal, ajeno por supuesto a la verdadera tradición cristiana primitiva.

Dicho esto como contexto previo a nuestra propuesta, examinemos en forma separada, tres aspectos del problema para iniciar la búsqueda de nuevos caminos mas evangélicos y sociológicamente mas significativos para ejercer la función pastoral.

1° La reducción radical del número de personas que para su subsistencia dependen de la Iglesia, esto e, un iglesia sin pastores-curas.

2° El nombramiento como ministro (OJO y no la ordenación sacramental al ministerio) de personas que trabajan y se ganan su vida en cualquier actividad productiva.

3° La posibilidad de ejercer el ministerio por cierto plazo. No como una imposición de por vida.

Veamos el punto uno

1° La reducción radical del número de personas que para su subsistencia dependen de la Iglesia.
Hoy puede ser considerado como "el personal de la IEP" toda las personas que ejercen funciones remuneradas dentro de ella (entendemos por remuneración el hecho de vivir de dineros que son propios de la iglesia). A todo hermano que ejerce el oficio de pastor le es garantizada, casi automáticamente  una situación que le asegura toda una rama básica de beneficios personales que se ven acrecentados con la edad y no por la capacidad, productividad, o eficiencia en el ministerio. Su derecho al prestigio y a la influencia abarca mas de lo que un salario podría asegurarle. En las ciudades con iglesias grandes estos empleados eclesiásticos viven en cómodas casas propiedad de la Iglesia; les es asegurado un trato especial, y en muchos casos grandes ingresos sólo por haber gozado de la confianza del Superintendente de turno. Mantener la confianza de este y no su fidelidad a un servicio, aseguran su situación, reputación y nivel de vida. Su carrera depende fundamentalmente de la habilidad que demuestren para desempeñar el papel de aduladores.

Que el pastor-cura de la IEP, es gran parte de su tiempo sólo un burócrata que; cuenta monedas, realiza transacciones monetarias a la Superintendencia o a la Imprenta, realiza los pagos de los servicios básicos, se encarga de la construcción, es un verdad que todos conocemos y  pocos quieren admitir. Es por eso que la ordenación de laicos (hermanos que no sean pastores) que puedan mantenerse económicamente por si mismos, para las funciones pastorales destruiría de raíz esta burocracia y al mismo tiempo terminaría con la escasez de ministros que indudablemente afectará en el futuro.

Algunos pastores jóvenes empiezan a darse cuenta de que viven sofocados en medio de una un sistema restrictivo e inaceptable, en el cual quedan atrapados de por vida, y como han renunciado a su vida de trabajo como laico, y como no quieren renunciar a los que consideran un orden sagrado, terminan por transformarse en unos cínicos, que sabiendo que el sistema no es el adecuado, no pueden hacer nada por ellos, y así quedan en un limbo de indeterminaciones que los afecta a ellos en su fe, y a la iglesia por falta de ministros de verdad comprometidos con las labores evangélicas. Y como para asegurar su posición como pastor, se debe servir antes bien al Superintendente y la organización IEP, antes que a la hermanad, muchos ministros agotan todos sus esfuerzos en ser un buen burócrata-administrador antes que en ser un buen ministro del Señor.

Por lo mismo surge la pregunta:

¿No sera necesario qué ciertas actividades (como son las puramente administrativas) sean puestas fuera del control de la jerarquía Iglesia y que a los que ejerzan meros trabajos administrativos se les pueda despedir de estos trabajos o se les llame a competir por esos trabajos, pero bajo condiciones y control de la propia hermandad a la que sirven, y que los ministros sean hermanad que trabaja y sirve en el ministerio (como los guía de cases) y este ministro responda ante sus hermanos y no a la confianza de un Superintendente para que así se vele por el bien de la propia hermandad y no de intereses mezquinos de carácter clerical? 

La respuesta, desde luego que si, pues en el caso que continuemos con el actual sistema, nos encontraremos siempre frente al mismo problema: el pastor sirviendo a la burocracia eclesiástica de la institución antes que a las necesidades espirituales de su hermandad.

Sabemos de muchos pastores nuevos que han comenzado a plantearse: quizás necesito prepararme para vivir en el mundo seglar como todo hermano, mantenerme a mi mismo como cualquier otro hombre dentro de la seriedad, si quiero actuar como una persona adulta, y esto nos lleva a la necesaria "secularización" del ministerio, abandonar el sistema de pastores-curas y reemplazarlos por los actuales guías de clases elevados a la dignidad pastoral de diáconos, personas que trabajan pero ministran.

Una secularización radical desafía, obviamente, la existencia del actual sistema, pero asimismo animaría a los
hermanos generosos imaginativos a la búsqueda por propia cuenta de servir en el ministerio sin amarras de dineros y/o puestos, dejando atrás la anacrónica y clerical estructura eclesiástica al estilo católico. Esto da miedo, tanto a los presbíteros burocráticos "cuenta monedas", corno a los diáconos de la misma costumbre, pero será el primer paso hacia tener ministros comprometidos realmente con sus hermandades y no con la corporación (y a los hombres que la dirigen) que en definitiva hoy es su patrón.



2° El nombramiento como ministro (OJO y no la ordenación sacramental al ministerio) de personas que trabajan y se ganan su vida en cualquier actividad productiva.


La reducción radical de pastores que viven de la iglesia, y su remplazo por hermanos que trabajan y sirven en el ministerio, nos debe llevar por el camino de constituir una genuina iglesia sin pastores curas.

Esto sería así. Un hermano "laico" adulto, que cumpla con todos los requisitos bíblicos para ser diacono, debería ser nombrado como tal, y si cuenta con el apoyo de los ancianos de una iglesia local, y los hermanos en plena comunión, debería cual pastor-guía de clases, presidir en el amor cristiano la comunidad de hermanos y ejercer el ministerio dentro de su tiempo libre.

La "diaconia" sería la unidad institucional primaria de la Iglesia, suplantando a la iglesia estilo parroquia que hoy tenemos. Su base debe ser el local, o a falta de este la casa de los hermanos, mas bien que el templo (estilo catedral que hoy se acostumbra). La reunión debe ser el encuentro periódico de hermanos-amigos en la fe que reemplace a la asamblea dominical de extraños reunidos en un gran y frío templo. Un contador, un obrero, un profesor, un jubilado; todos capaces de sostenerse económicamente por si mismos, serán los que presidirían estos encuentros mas bien que un burócrata o un funcionario empleado de la iglesia.

El diacono será un hombre maduro en sabiduría cristiana adquirida a lo largo de su vida en el seno de una
comunidad intima de fe con sus hermanos, y no un pastor forrado con doctrinas y prejuicios de dudosa base bíblica alentadas como un cuerpo de tradiciones ajena a la realidad de cada grupo de hermanos.

El trabajo propio, sin tener que vivir de diezmos u ofrendas, el mantener con su propio trabajo su familia y la educación de sus hijos le darán la capacidad de liderato responsable, como asimismo la necesidad de "colaborar" en un plano de igualdad con sus ancianos y hermanos en plena comunión.

El hermano que preside, el diacono así entendido podrá bautizar, dar la cena, bendecir matrimonios. Nosotros los evangélicos no entendemos los sacramentos como cuestiones privativas de una cargo eclesiástico como si lo entienden los católicos, por lo cual debe ser eliminada ese pretendido derecho de los presbíteros de ser los únicos que pueden dar la cena del Señor.

Este pastor, ganándose su vida, puede ser no necesariamente único. En las iglesias grandes, sería deseable la existencia de más de un ministro diacono, para que juntos, en comunión con los ancianos y la hermanad en plena comunión administren la iglesia.


Y que pasaría respecto de los actuales pastores presbíteros. Pensamos que deberían seguir existiendo, pero como asamblea de diáconos ancianos jubilados de sus trabajos seculares, así liberados de su trabajo, podrán estar dedicados al 100% a velar por el apego a la doctrina bíblica por parte del nuevo pastorado de la iglesia, y velar por la administración de la iglesia como corporación, administración que debe ser integrada por hermanos funcionarios no pastorales con conocimientos de administración y ligados sólo por un contrato de trabajo en esta función, que lleguen previo concurso a obtener el puesto, y que bajo estrictas normas de transparencia en los manejos del patrimonio y de todos los estados financieros trabajen por el bien de la corporación.  

En todo caso, la nueva IEP así concebida no manejaría tanto dinero, pues el hombre digno del ministerio se sostendría con su trabajo y no por su carrera salamera a una jerarquía preestablecida.

El cambio parece radical, pero es necesario, hoy la Iglesia está despierta. así como los reyes, las coronas y los báculos ya no tienen sentido. Los hombres ya no están sujetos a soberanos ni se deben dejan conducir como borregos por un pastor-cura.

3° La posibilidad de ejercer el ministerio por cierto plazo. No como una imposición de por vida.

El tercer punto será breve, y es la lógica consecuencia de todo lo antes dicho.

El nuevo diacono, no será el viejo pastor ordenado al estilo católico (sí, porque para la iglesia católica el sacerdocio es un orden y un sacramento, una condición indeleble, eso no existe ni en la Biblia y es ajeno a la tradición evangélica) para toda la vida, sino que sus funciones serán ejercidas en tanto pueda dedicar tiempo al ministerio, y esto le sea llevadero. Si el nuevo diacono desea pasar un tiempo nuevamente sentado en la banca, siempre habrá un hermano de buena voluntad y amor al ministerio de pastorear a la graéy que tome su lugar. No debe haber drama en esto. Es deseable, el cambio en los liderazgos, el tomarse un tiempo, para luego volver a ejercer la función. 

Lo importante, es que el ministro, pueda y quiera hacer de tal, como la misma palabra lo dice, esto es ejerciendo un "ministerio", un ministerio de amor y por amor, a Cristo y a las almas. 

Grupo EDITORES


Agradecemos sus comentarios.

PRONTO NUEVA PUBLICACIÓN: "Hacia una Iglesia evangélica pentecostal sin pastores-curas sino de ministros laicos"

Está ya en revisión un ensayo crítico en el cual se estudia y propone un idea radical, pero apegada a la tradición de la iglesia cristiana primitiva. Esto es, una iglesia que no sea ministrada por pastores-curas-burócratas de dedicación absoluta sino por ministros laicos (hermanos que trabajen).

EDITORIAL (ampliado): SOBRE LA NECESARIA REFORMA AL ROL DE LA MUJER EN LA IGLESIA EVANGÉLICA PENTECOSTAL

Las editoriales, son espacios para que el Grupo Editorial manifieste su pensamiento, y convicciones sobre puntos importante para la IEP. Hoy queremos hacernos eco, de un aporte enviado por una hermana Dorca, sobre un tema muy poco tocado dentro de nuestra iglesia, que es el rol activo de la mujer en la vida espiritual de esta.  

Dejamos a continuación la opinión de esta hermana, que hacemos completamente nuestra:

"Reservo el último lugar para el tema de la mujer no porque sea menos importante sino para que no desaparezca en los intermedios. Es tema muy importante y donde hay tareas que pueden ser más inmediatas y otras más de largo plazo. Me parece innegable que la situación de la mujer en la Iglesia de hoy es un grave pecado estructural, que debería intranquilizar la conciencia de todo miembro de la IEP. La IEP debería preocuparse por dar cuanto antes a la mujer una serie de accesos que la tradición y los mismos estatutos no les niegan: guía de clases, oficial, encargada de obra, cargos en un directorio reformado, participación en las comisiones. La cima de esta evolución sería el ministerio femenino.

La IEP debería comenzar por no prohibir que se hable de él y que se estudie el problema, porque eso es cerrar los únicos caminos por los que se abre paso la verdad. Creo que la Biblia en este punto no tiene objeciones para el acceso de la mujer al ministerio pastoral. 

Huelga decir que todo lo anterior es opinión personal. Acepto pues que unos disentirán de ella y a otros quizá les moleste o les irrite. Sólo pediría que se me responda con argumentos que muestren que lo aquí dicho no obedece al evangelio y al a necesidad de “una esposa de Cristo sin mancha ni arruga”. A la acusación fácil de que lo dicho brota sólo de falta de amor a la Iglesia, puedo responder lo que hace años oí a un buen Pastor de la IEP “...lo que necesita hoy la Iglesia son gentes que por amor a ella pongan en juego su futuro, y no gentes que utilizan el amor a la iglesia como plataforma para su ascenso personal".

Y, por supuesto: no pretendo que con lo dicho la Iglesia dejará de tener problemas. Simplemente será más evangélica y más fiel a su misión.

Hna. Dorca
La Cisterna

Este post ha generado generó un interesante debate en el foro.

En el cual algunos hermanos fieles al sistema IEP de trato a la mujer han respondido cosas como el post que a continuación se reproduce, y hermanas han dados respuestas contundentes como la de la hna. Señorita de más abajo. 


Es valida la inquietud de la hermana dorca,,, pero lamentablemente Los minsiterios fueron dados a Lo varones y de ser necesaria la presencia femenina Estaria muy claro en la escritura situacion que no es asi, solo como muestra empesamos por los Discipulos, los primeros padres de la iglesia, ademas recordar los requisito expuestos por el apostol Pablo tales como MARIDO DE UNA SOLA MUJER,, haciendo referencia a quien debe llevar adelante el ministerio es un varon..
Responder


Respuestas

  1. Hna Señorita12 marzo, 2013 07:27
    Ud. lo dice "lamentablemente". Al parecer lamenta que haya sido en su opinión solamente a los varones.

    La biblia debe ser interpretada adecuadamente, esto es armónicamente.
    Primero, toda palabra que no haya directamente pronunciada por el el Señor Jesus debe ser interpretado conforme a lo dicho directamente por él.

    En este sentido, Jesús no estableció ninguna norma sobre la forma de organizar la iglesia. Sólo estableció dos sacramentos (bautismo y Cena), nombró apóstoles (no prohibió que no hubiesen mujeres, sólo el no las nombró, por la dificultad que debe haber existido en la época en que el vivió para que una mujer abandonase su casa para vivir como personas itinerantes). Y estableció varios principios de como se debían hacer las cosas dentro y fuera de la iglesia:

    1° Que el que quiera ser mayor, lo sea no para ser servido, sino para servir
    2° Amarse los uno a los otros como yo los he amado (lo que involucra no despreciar a nadie por ningún motivo de sexo, raza, edad, condición, nacionalidad, etc)
    3° La gran comisión de ir y predicar el evangelio a toda criatura

    No hay más normas sobre la Iglesia en los evangelios.

    Luego Pablo, un apostól se vió enfrentado a la necesidad de "organizar" las comunidades eclesiásticas que nacían como fruto de su trabajo en Asia menor.

    Al principio existían sólo ancianos (hermanos que hoy serían algo así como oficiales), dentro de los cuales es posible que existieran mujeres.

    Estos ancianos o "presbíteros", no eran sacerdotes-pastores en el sentido católico-iep, sino gente de la iglesia que lideraba y cordinaba a la naciente congregación.

    Ya antes, en la Iglesia de Jerusalem habían surgido las figuras de los diaconos. Que ayudaban a los apostóles en el servicio de las mesas, es decir en labores administrativas de la iglesia. Esta figura se extendió luego por Asia Menor, y claramente era una función ejercida también por mujeres.

    Y más tarde surgió la figura de los Obispos (episkopoi en koiné). El que mira o vigila o guarda. Estos eran presbíteros que debían informar al apostól sobre el estado general de la iglesia, pero claramente en la iglesia primitiva eran solamente presbíteros (primus inter pares) que tenían además esta función especial de vigilar. Luego, si los ancianos o presbíteros eran hermanos y aún hay testimonios de hermanas, y luego habían también diaconisas, y si los obispos eran en el fondo presbíteros, y ya hemos dicho que habían hermanas ancianas que oficiaban como tal.

    Entonces, que obstaculiza que las mujeres puedan ejercer estos ministerios al interior de la IEP?

    Luego está el argumento de que los requisitos para los obispos habla de "hombre", "marido", "de una sola mujer", etc.

    Esta razón de texto es explicado solamente porque aún en el lenguaje actual, el genero neutro se presenta en forma masculina (esto es un resabio del machismo que ha imperado desde hace siglos).

    Así por ejemplo la "Declaración univesal de los derechos del hombre" de la ONU, establece derechos para todo el género humano, y no sólo para los hombres.
    Y los ejemplo sobran. Pr ej. las leyes dicen, requisitos para ejercr como "médico cirujano", "abogado", "profesor", pero eso no quita que dichas profesiones no puedan ser ejercidas por mujeres.

    En conlusión hermano. No hay razón, para seguir manteniendo el machismo en la IEP. No hay razón para que las muejeres ejerzan un profesión, y asimismo no hay razón para que no lleguen al minsiterio, o prediquen o sean consideradas como guías de clase u oficiales.

    Asimismo no hay razón para que en los hombres, puedan servir las mesas, hacer aseo en la iglesia, etc.

    Todos somos ciraturas valiosas para Dios, quien no hace diferencias. El machismo no tiene fundamento evangélico en la bíblia y es anticristiano serlo.

    Saludos.

    Hna. Señorita
    Grupo Bíblico Universitario.


Esta es la discusión que enriquece la iglesia, un debate con respuestas serias, con fundamentos, y respeto. Estamos seguros que cada vez más gente dentro de la IEP se atreve a pensar y buscar respuestas de forma razonada. Esta actitud vencerá el principal sustento del sistema corrupto, esto es la ignorancia.

Agradecemos a todos los hermanos que escriben para participar el debate. Los invitamos a seguir siendo nuestros lectores, y seguir participando con sus aportes en el foro.  

-----oooo-----

Como toda editorial, esta entrada no admite comentarios, y por ende invitamos a nuestros lectores a realizar sus comentarios, en el artículo siguiente a este.

Grupo Editorial

COMO DEBERÍA SER EL NUEVO SUPERINTENDENTE DE LA IEP


La elección de un nuevo Superintendente no es lejana. Como hemos dicho antes, la biología no se detiene. Por lo mismo, es importante colocar sobre el tapete de la discusión los requisitos que debería reunir todo pastor que quiera liderar la IEP en el siglo XXI.
 Estos son los rasgos a nuestro entender que debería reunir el nuevo Superintendente:
1. Un hombre de Dios. Esto parecería obvio, pero por la realidad que vive la iglesia (pugnas de poder, nepotismo, privilegiar los intereses personales o familiares por sobre el interés superior de la iglesia) es claro que nuestros actuales dirigentes no obran en muchas ocasiones como hombres de Dios.
En este sentido, y no obstante el poder que se ejerza se necesita un hombre de oración y de experiencia mística presente, esto es, que vive en novedad de vida (no el típico presbítero que cuenta las glorias del pasado, y que recuerda como era su vida en el Señor cuando era más joven).Es decir, un pastor que mire más allá "de la curia" del Directorio, el poder, los cargos, los dogmas, y las convenciones para hacer caso al Espíritu de Dios.
2. Un hombre con conocimiento de mundo. Esto no significa "ser del mundo", sino que conocer lo que le rodea desde el mundo, las tendencias actuales que amenazan la iglesia desde afuera, pero también las tendencias actuales que nos permiten llevar el evangelio a más personas. 
Las necesidades reales de una iglesia y una hermandad que ya no se mueve en el lejano 1909, sino en el tercer milenio, en el siglo XXI. No es posible seguir manteniendo por ejemplo el sistema cultural retrógrado de sujeción que oprime a la mujer en la IEP, o por su parte la juventud debería poder ser instruida en la iglesia sobre temas que hoy son tabú, como por ejemplo la sexualidad responsable, el abuso de drogas etc. 
No necesitamos un Superintendente de gabinete (que timbre y cuente monedas), encerrado en su santuario de San Miguel y aislado de la vida. Tampoco un Superintendente de misiones "preparadas", en las que por mucho que viaje al extranjero, no sale de la burbuja y no puede hablar con la hermandad real. Se necesita un Superintendente que no sólo hable, sino que sepa escuchar y, sobre todo, que dialogue con la cultura actual.
3. Un hombre que ame a la grey. La hermandad de la IEP necesita optimismo y esperanza frente a tantos catastrofismos. Necesitamos una Pastor que cumpla verdaramente con el mandato de Jesús a Pedro; "apacienta mis ovejas".
4. Un hombre valiente, que no tenga miedo a las reformas. Esta es la parte más importante del nuevo Superintendente, porque en la IEP urgen numerosas reformas a realizar, que terminen con el mal sistema de gobierno que tiene. Dentro de estas reformas urge:
1° Un nuevo sistema de selección para el ministerio: No es posible que una iglesia que es tan grande y con tantos recursos, sólo tenga un sólo itinerante estudio bíblico anual de pastores. No es posible que no tenga un Seminario superior de pastores, en los cuales los hombres presentados al ministerio, se les instruya previamente en teología bíblica, cultura general, y principios básicos de administración, y otras áreas de utilidad como computación o ingles. Y que los pastores deban siempre volver a seguir preparándose cuando suban en la escala jerárquica de la iglesia. Además este seminario, debería contar con una biblioteca y una planta académica de doctores en Teología, Filosofía, Historia, profesores que enseñen ingles u otro idioma (sin contar bases de hebreo y griego) y otros pastores instruidos que sirvan de instructores en el servicio ministerial.
El sistema actual no aguanta, la que gente es llamada al ministerio, puede confiar en la realidad de su llamado, pero la iglesia, que recursos tiene, DEBE apoyarlos otorgándoles preparación, para enfrentar los desafíos del siglo XXI.
Tampoco resiste la forma de elegir ministros. No es posible que un pastor presente al ministerio a su hijo, yerno, o cualquier familiar, esto debería estar prohibido. Tampoco es posible que el presentado no sea aprobado previamente por la hermandad en plena comunión de la iglesia.  
2° La plena transparencia de los aportes que los hermanos entregan a la obra: Libros de contabilidad "públicos", con el dinero recaudado por concepto de diezmo y ofrendas, en los cuales se detalle cuales corresponden a la iglesia local, a la iglesia como institución y al pastor por concepto de remuneraciones por su labor ministerial.
También los libros de estados financieros de la institución deberían ser sometidos a auditorias para evitar el enriquecimiento ilícito de muchos pastores de iglesias grandes. Todo esto debería ser público para la hermandad de la iglesia (sea por medios electrónicos o por medios materiales).
3° La democratización de la iglesia local: En este sentido, la junta de oficiales debería ser un órgano que surja de la propia hermandad (votación de miembros en plena comunión activos en los distintos cuerpos y grupos de la iglesia). Y que tenga como función no sólo colaborar con el Pastor, sino también velar por los intereses de la hermandad, y ser un interlocutor válido de esta cuando el pastor coloque sus intereses personales o los de su familia por sobre el superior interés de la iglesia
4° La democratización de la iglesia como institución: En este sentido, debería el Superintendente ser elegido por votación secreta y universal de todos los pastores presbíteros, pero también los diáconos con más de 10 años en este puesto (gente con probada fidelidad al evangelio). Los pastores diáconos, deberían tener una asamblea de Honorables Pastores Diáconos integradas por los pastores con más de 10 años en dicho cargo, y que sea una asamblea que participe en la ratificación del directorio presentado por el Superintendente al Cuerpo de Presbíteros, es decir, si no se llegó a ser presbítero, eso no significa que se deba desperdiciar el aporte que sabios y ancianos pastores diáconos pueden entregar a la Iglesia.
5° Fijación de límites de edad para el ministerio: Este es un punto muy relevante. En la iglesia católica los obispos deben renunciar al cargo al cumplir 75 años, y un cardenal pierde su derecho a voto a los 80. El actual Papa ha renunciado con 84 porque considera que las fuerzas no le acompañan para seguir con el ministerio. En nuestra IEP casi todos los pastores desean en su folcloríca expresión "morir con las botas puestas". Toda la gente jubila en Chile con 65 años, y tenemos el ejemplo católico antes visto, por qué un pastor IEP se debería creer un superhombre, una persona no limitada por la edad y por la lucidez.
Sabemos que esto daña la iglesia, los pastores viejos que han perdido la lucidez son vigor son presas fáciles de los oportunistas titiriteros que se colocan detrás de ellos para ejercer el poder, y hacerse de regalías a instancias de un anciano que ya no tiene claro nada, o que simplemente esta cansado. 
En este sentido, todo pastor debería presentar obligatoriamente su renuncia, con 75 años. No obstante esto, los presbíteros podrían seguir integrando dicho cuerpo con derecho a voto hasta los 80. Y el Superintendente debería poder ejercer también dicho cargo sólo hasta una edad prudente.   
6° Desmontar la monarquía absoluta que significa hoy la institución de la superintendencia: Así, se debe someter a hondas reformas a los estatutos, haciendo efectiva el gobierno colegiado de la iglesia por parte del Superintendente como "líder espiritual" de pastores y hermanos y el Cuerpo de Presbíteros como asamblea política de gobierno. En todo caso, toda decisión del Superintendente, o del Cuerpo de Presbítero, debería contar con un control recíproco, o de un tercero fiscalizador como por ejemplo, el Cuerpo de Diáconos ancianos, etc incluyendo siempre la posibilidad que el Superintendte tenga una duración definida en su cargo (no más de 10 años) o el límite de edad antes propuesto. En definitiva, por el bien de la IEP (ver artículo anterior publicado en el blog) se debe desmontar el aparataje de poder absoluto, y sin contrapeso, y la figura sacralizada, como un verdadero Papa católico, que hoy tiene la superintendencia como institución.  
7° Abrir la iglesia a la hermandad: ¿Qué es la iglesia sino su hermandad? Hoy la IEP pareciese ser una institución de pastores y para los pastores, y no existen instancias para que las personas que la sustentan con su dinero y su trabajo voluntario (construcción, prédicas, etc) tengan la palabra.
Debería promoverse la organización nacional de voluntarios, de juventud, de hermanas dorcas, cuyas directivas deberían tener participación activa con voz y voto en las conferencias.
También la hermandad debería poder elegir siempre a un hermano o hermana de sus filas, para que acompañe al pastor y a su señora a las conferencias y estudios bíblicos, no pudiendo repetirse el mismo hermano a lo menos en 10 años (para que no vayan siempre los mismos).
También urge reformar la iglesia en cuanto a la participación activa de la mujer en esta. El machismo propio de la IEP debe ser desechado. Cuanto talento y espiritualidad desperdicia la IEP de sus hermanas dorcas. La mujer debe tener idénticos derechos en la participación de la iglesia. Debe poder ser oficial, predicadora, guía de clases, y la que considere que tiene el llamado, debería poder llegar a ser pastora. ¿Por qué no?   
5.Un hombre libre. Se deduce esto del primer punto. Pero el oficio de Superintendente está lleno de condicionamientos para el que se sienta en la oficina de San Miguel. Ha de mirar sobre todo a su conciencia y delante de Dios tomar decisiones (no delante de su familia o de la gente a la que le debe favores). El último acto de Benedicto XVI ha sido en este sentido un maravilloso ejemplo.
6. Un hombre con buena salud. Psicológica y físicamente maduro con capacidad física y espiritual para afrontar los desafíos de un tiempo difícil. No importa la edad, pero si que sea lúcido.
7. Un hombre universal. Evitaría que perteneciera a "familia de antigua data en la IEP" o a las iglesias grandes de la capital, para que sea de todos. Me inclinaría, si es que existe el candidato con las demás cualidades, que perteneciera al norte o al sur, o mejor otro país fuera de Chile donde la IEP haya crecido con más fuerza.
8. Un hombre humilde. Aunque está incluido en el número 1, especifico la humildad y sencillez, porque cargo tan importante puede provocar orgullo, seguridad y prepotencia y sólo la humildad, la desaparición del yo, permitirá que Dios actué a través de él.
9. Un hombre amigo de los más pobres. El nuevo Superintendente debe tener en el corazón sobre todo el lado pobre de la IEP, aquellas iglesias y pastores que no cuentan muy a menudo en las grandes decisiones de poder, los hermanos que sufren hambre y la injusticia, visitarlos, estar con ellos, compartir sus privaciones. Quizás sea prematuro, pero ¿para cuando la IEP de verdad se va a tomar en serio las obras de caridad con la comunidad?
10. Un hombre con visión de futuro. Esto es importante. La IEP ha cumplido o está por cumplir un siglo. La época más difícil de toda institución, es seguir manteniendo vivo el poder aglutinador. Hemos notado que la IEP atrae poca gente nueva. Actualmente la gente que llega es porque tuvo o ha tenido algún familiar IEP, es decir, crece por crecimiento biológico (como católicos), y esto claramente es una merma en el poder de convencimiento que tiene la iglesia respecto de el sistema cultural de vida que propone. Me explico, claramente el llamado a la salvación lo hace Dios por medio del Espíritu Santo, pero luego el convertido decido dónde "sirve a Dios" conforme a si se siente bien acogido en una determinada denominación por el sistema cultural que esta le propone.
Conocemos mucha gente, que habiendo nacido al evangelio en la IEP, luego la abandonan porque esta no los acoge como es debido.

Que por soñar no nos quedemos atrás, ahora queda abierta la discusión.

LOS EDITORES

EL PROBLEMA NO ES EL PASTOR SUPERINTENDENTE, EL PROBLEMA ES LA INSTITUCIÓN DE LA SUPERINTENDENCIA


Entre los numerosos comentarios, que lógicamente está suscitando el estado de salud del Pastor Valencia, y su no lejana muerte y sucesión (los procesos biológicos no se detienen) echamos de menos una reflexión en nuestra IEP, que a nuestra manera de ver, nos parece la más importante, la más urgente, la que más puede (y debería) influir en el futuro de la IEP.
Nos referimos a la reflexión que distingue entre los que es y representa la persona del “Superintendente”, por una parte, y lo que es y representa la institución de la “Superintendencia”, por otra.
Por supuesto, nadie duda que es importante analizar, enjuiciar y saber valorar los aciertos y desaciertos que ha tenido el Superintendente Valencia en sus años de reinado (nuestro sistema de gobierno es el de una monarquía absoluta). Por supuesto, también, que es seguramente más importante aún proponer y saber elegir al hombre más competente que, en este momento, tendría que ocupar el cargo de Superintendente. Todo eso, nadie lo duda, es de enorme interés en estos días.
Pero, por muy importante que sea enjuiciar a las personas, tanto del pasado como del posible futuro inmediato, nadie va a poner en duda - me parece a mí - que es mucho más determinante detenerse a pensar lo que representa, y lo que tendría que representar, no ya este Superintendente o el otro, sino lo que realmente es y hace la institución que, de hecho, es la Superintendencia, tal como está organizada, tal como funciona, y tal como es gestionada, sea quien sea el Pastor que la ha presidido o que la puede presidir.
Porque, vamos a ver: ¿es lo mejor para la IEP que todo el poder para gobernar una institución, a la que pertenecen miles de seres humanos, en varios países del globo, esté concentrado en un solo hombre, sin más limitación que la que le imponen sus propias creencias a ese hombre, el que ocupa el cargo de Superintendente? Tal como está dispuesto en los vigentes Estatutos y reglamentos de la IEP, así es como está pensado, legislado, y así funciona la superintendencia. Porque, entre otras cosas, el Superintendente quita y pone a los más altos y más bajos cargos de la IEP (directorio ejecutivo, comisiones, etc.). Quita y pone a Jefes de Zona (chilenos y fuera de Chile), presbíteros y cargos eclesiásticos de toda índole. Y hace todo esto sin tener que dar explicaciones a nadie y sin que nadie le pueda pedir responsabilidades. Además, esto se mantiene así, sea quien sea el Superintendente reinante, la edad que tenga ese Pastor, la salud que goce o padezca, su mentalidad, sus preferencias y hasta sus posibles manías (esto último lo hemos vivido en carne propia en este ultimo tiempo).
Más aún, no echemos mano "ingenuamente" de la presencia del Espíritu Santo y su presunta inspiración constante en la toma de decisiones del Superintendente reinante. ¡No! Esa presunta intervención del Espíritu Santo claramente se manifiesta cuando el ser humano está dispuesto a ser guiado por la tercera persona de la Trinidad, pero ¿Estará esta guía cuando se trata de tomar decisiones antiéticas  o corruptas, o en conspiraciones y luchas de poder por intereses egoístas? Luego, todos los miembros de la IEP podemos legítimamente preguntarnos, dónde esta establecido en la BIBLIA que la iglesia debe ser gobernada como una monarquía absoluta por UN SOLO HOMBRE, podemos demostrar bíblicamente que esto sea necesario, me parece que en ninguna parte podremos encontrar esta demostración sino es en la tradición, y esto es dejar de lado al principio fundamental de toda iglesia evangélica, esto es el de la "sola scriptura" y comenzar a dar valor tradiciones humanas al igual que lo hacen nuestros hermanos católicos. 
Así, si no hay argumentos para probar bíblicamente, que el Superintendente de la IEP, por muy sucesor del Pastor Hoover y los siguientes superintendentes que fueron monarcas absolutos también -aunque muchos reinaron con benevolencia y mirando el bien superior de la iglesia por sobre todo- tenga que acumular todo el poder como un papa católico, aunque todos sus incondicionales le aseguren que acumula por voluntad de Dios todo este tremendo poder.
¿Dónde está eso dicho? ¿En qué argumentos bíblico se basa? 
En todo caso, lo que es seguro es que, en todo el Nuevo Testamento, en ninguna parte consta que la Iglesia tenga que estar organizada así y así tenga que ser gestionada. Y, ¡por favor!, que nadie me venga ahora con el famoso texto de Mt 16, 18-19 normalmente mal utilizado por la iglesia romana.
En fin, por hoy, basta con lo dicho. Seguiremos hablando de estas cosas en los próximos días. Pero me parece importante terminar diciendo que la Iglesia está, precisamente en estos días, en un momento privilegiado para afrontar sin miedo estas cuestiones, que apuntan a los problemas de fondo que la IEP tiene sin resolver. Y que, si no se afrontan y se toman en serio, esta Iglesia seguirá perdida (y callada), por muy lúcido y muy valioso que sea el Superintendente futuro. Porque, insistimos, el problema de la IEP no es el Pastor que ostenta el cargo de Superintendente, es la institución de la superintendencia como monarquía absoluta, tal como está organizado y tal como funciona, sea quien sea el hombre que ocupa el cargo.

EL DESEO DE ESTE GRUPO EDITORIAL:

QUE LA IGLESIA SEA REFORMADA CONFORME AL MOLDE DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS, Y SIN ESPACIO ALGUNO PARA LA CORRUPCIÓN ESPIRITUAL NI MATERIAL.

Revista Observatorio IEP

Revista Observatorio IEP
Fe y razón