La elección de un nuevo Superintendente no es lejana. Como hemos dicho antes, la biología no se detiene. Por lo mismo, es importante colocar sobre el tapete de la discusión los requisitos que debería reunir todo pastor que quiera liderar la IEP en el siglo XXI.
Estos son los rasgos a nuestro entender que debería reunir el nuevo Superintendente:
1. Un hombre de Dios. Esto parecería obvio, pero por la realidad que vive la iglesia (pugnas de poder, nepotismo, privilegiar los intereses personales o familiares por sobre el interés superior de la iglesia) es claro que nuestros actuales dirigentes no obran en muchas ocasiones como hombres de Dios.
En este sentido, y no obstante el poder que se ejerza se necesita un hombre de oración y de experiencia mística presente, esto es, que vive en novedad de vida (no el típico presbítero que cuenta las glorias del pasado, y que recuerda como era su vida en el Señor cuando era más joven).Es decir, un pastor que mire más allá "de la curia" del Directorio, el poder, los cargos, los dogmas, y las convenciones para hacer caso al Espíritu de Dios.
2. Un hombre con conocimiento de mundo. Esto no significa "ser del mundo", sino que conocer lo que le rodea desde el mundo, las tendencias actuales que amenazan la iglesia desde afuera, pero también las tendencias actuales que nos permiten llevar el evangelio a más personas.
Las necesidades reales de una iglesia y una hermandad que ya no se mueve en el lejano 1909, sino en el tercer milenio, en el siglo XXI. No es posible seguir manteniendo por ejemplo el sistema cultural retrógrado de sujeción que oprime a la mujer en la IEP, o por su parte la juventud debería poder ser instruida en la iglesia sobre temas que hoy son tabú, como por ejemplo la sexualidad responsable, el abuso de drogas etc.
No necesitamos un Superintendente de gabinete (que timbre y cuente monedas), encerrado en su santuario de San Miguel y aislado de la vida. Tampoco un Superintendente de misiones "preparadas", en las que por mucho que viaje al extranjero, no sale de la burbuja y no puede hablar con la hermandad real. Se necesita un Superintendente que no sólo hable, sino que sepa escuchar y, sobre todo, que dialogue con la cultura actual.
3. Un hombre que ame a la grey. La hermandad de la IEP necesita optimismo y esperanza frente a tantos catastrofismos. Necesitamos una Pastor que cumpla verdaramente con el mandato de Jesús a Pedro; "apacienta mis ovejas".
4. Un hombre valiente, que no tenga miedo a las reformas. Esta es la parte más importante del nuevo Superintendente, porque en la IEP urgen numerosas reformas a realizar, que terminen con el mal sistema de gobierno que tiene. Dentro de estas reformas urge:
1° Un nuevo sistema de selección para el ministerio: No es posible que una iglesia que es tan grande y con tantos recursos, sólo tenga un sólo itinerante estudio bíblico anual de pastores. No es posible que no tenga un Seminario superior de pastores, en los cuales los hombres presentados al ministerio, se les instruya previamente en teología bíblica, cultura general, y principios básicos de administración, y otras áreas de utilidad como computación o ingles. Y que los pastores deban siempre volver a seguir preparándose cuando suban en la escala jerárquica de la iglesia. Además este seminario, debería contar con una biblioteca y una planta académica de doctores en Teología, Filosofía, Historia, profesores que enseñen ingles u otro idioma (sin contar bases de hebreo y griego) y otros pastores instruidos que sirvan de instructores en el servicio ministerial.
El sistema actual no aguanta, la que gente es llamada al ministerio, puede confiar en la realidad de su llamado, pero la iglesia, que recursos tiene, DEBE apoyarlos otorgándoles preparación, para enfrentar los desafíos del siglo XXI.
Tampoco resiste la forma de elegir ministros. No es posible que un pastor presente al ministerio a su hijo, yerno, o cualquier familiar, esto debería estar prohibido. Tampoco es posible que el presentado no sea aprobado previamente por la hermandad en plena comunión de la iglesia.
2° La plena transparencia de los aportes que los hermanos entregan a la obra: Libros de contabilidad "públicos", con el dinero recaudado por concepto de diezmo y ofrendas, en los cuales se detalle cuales corresponden a la iglesia local, a la iglesia como institución y al pastor por concepto de remuneraciones por su labor ministerial.
También los libros de estados financieros de la institución deberían ser sometidos a auditorias para evitar el enriquecimiento ilícito de muchos pastores de iglesias grandes. Todo esto debería ser público para la hermandad de la iglesia (sea por medios electrónicos o por medios materiales).
3° La democratización de la iglesia local: En este sentido, la junta de oficiales debería ser un órgano que surja de la propia hermandad (votación de miembros en plena comunión activos en los distintos cuerpos y grupos de la iglesia). Y que tenga como función no sólo colaborar con el Pastor, sino también velar por los intereses de la hermandad, y ser un interlocutor válido de esta cuando el pastor coloque sus intereses personales o los de su familia por sobre el superior interés de la iglesia
4° La democratización de la iglesia como institución: En este sentido, debería el Superintendente ser elegido por votación secreta y universal de todos los pastores presbíteros, pero también los diáconos con más de 10 años en este puesto (gente con probada fidelidad al evangelio). Los pastores diáconos, deberían tener una asamblea de Honorables Pastores Diáconos integradas por los pastores con más de 10 años en dicho cargo, y que sea una asamblea que participe en la ratificación del directorio presentado por el Superintendente al Cuerpo de Presbíteros, es decir, si no se llegó a ser presbítero, eso no significa que se deba desperdiciar el aporte que sabios y ancianos pastores diáconos pueden entregar a la Iglesia.
5° Fijación de límites de edad para el ministerio: Este es un punto muy relevante. En la iglesia católica los obispos deben renunciar al cargo al cumplir 75 años, y un cardenal pierde su derecho a voto a los 80. El actual Papa ha renunciado con 84 porque considera que las fuerzas no le acompañan para seguir con el ministerio. En nuestra IEP casi todos los pastores desean en su folcloríca expresión "morir con las botas puestas". Toda la gente jubila en Chile con 65 años, y tenemos el ejemplo católico antes visto, por qué un pastor IEP se debería creer un superhombre, una persona no limitada por la edad y por la lucidez.
Sabemos que esto daña la iglesia, los pastores viejos que han perdido la lucidez son vigor son presas fáciles de los oportunistas titiriteros que se colocan detrás de ellos para ejercer el poder, y hacerse de regalías a instancias de un anciano que ya no tiene claro nada, o que simplemente esta cansado.
En este sentido, todo pastor debería presentar obligatoriamente su renuncia, con 75 años. No obstante esto, los presbíteros podrían seguir integrando dicho cuerpo con derecho a voto hasta los 80. Y el Superintendente debería poder ejercer también dicho cargo sólo hasta una edad prudente.
6° Desmontar la monarquía absoluta que significa hoy la institución de la superintendencia: Así, se debe someter a hondas reformas a los estatutos, haciendo efectiva el gobierno colegiado de la iglesia por parte del Superintendente como "líder espiritual" de pastores y hermanos y el Cuerpo de Presbíteros como asamblea política de gobierno. En todo caso, toda decisión del Superintendente, o del Cuerpo de Presbítero, debería contar con un control recíproco, o de un tercero fiscalizador como por ejemplo, el Cuerpo de Diáconos ancianos, etc incluyendo siempre la posibilidad que el Superintendte tenga una duración definida en su cargo (no más de 10 años) o el límite de edad antes propuesto. En definitiva, por el bien de la IEP (ver artículo anterior publicado en el blog) se debe desmontar el aparataje de poder absoluto, y sin contrapeso, y la figura sacralizada, como un verdadero Papa católico, que hoy tiene la superintendencia como institución.
7° Abrir la iglesia a la hermandad: ¿Qué es la iglesia sino su hermandad? Hoy la IEP pareciese ser una institución de pastores y para los pastores, y no existen instancias para que las personas que la sustentan con su dinero y su trabajo voluntario (construcción, prédicas, etc) tengan la palabra.
Debería promoverse la organización nacional de voluntarios, de juventud, de hermanas dorcas, cuyas directivas deberían tener participación activa con voz y voto en las conferencias.
También la hermandad debería poder elegir siempre a un hermano o hermana de sus filas, para que acompañe al pastor y a su señora a las conferencias y estudios bíblicos, no pudiendo repetirse el mismo hermano a lo menos en 10 años (para que no vayan siempre los mismos).
También urge reformar la iglesia en cuanto a la participación activa de la mujer en esta. El machismo propio de la IEP debe ser desechado. Cuanto talento y espiritualidad desperdicia la IEP de sus hermanas dorcas. La mujer debe tener idénticos derechos en la participación de la iglesia. Debe poder ser oficial, predicadora, guía de clases, y la que considere que tiene el llamado, debería poder llegar a ser pastora. ¿Por qué no?
5.Un hombre libre. Se deduce esto del primer punto. Pero el oficio de Superintendente está lleno de condicionamientos para el que se sienta en la oficina de San Miguel. Ha de mirar sobre todo a su conciencia y delante de Dios tomar decisiones (no delante de su familia o de la gente a la que le debe favores). El último acto de Benedicto XVI ha sido en este sentido un maravilloso ejemplo.
6. Un hombre con buena salud. Psicológica y físicamente maduro con capacidad física y espiritual para afrontar los desafíos de un tiempo difícil. No importa la edad, pero si que sea lúcido.
7. Un hombre universal. Evitaría que perteneciera a "familia de antigua data en la IEP" o a las iglesias grandes de la capital, para que sea de todos. Me inclinaría, si es que existe el candidato con las demás cualidades, que perteneciera al norte o al sur, o mejor otro país fuera de Chile donde la IEP haya crecido con más fuerza.
8. Un hombre humilde. Aunque está incluido en el número 1, especifico la humildad y sencillez, porque cargo tan importante puede provocar orgullo, seguridad y prepotencia y sólo la humildad, la desaparición del yo, permitirá que Dios actué a través de él.
9. Un hombre amigo de los más pobres. El nuevo Superintendente debe tener en el corazón sobre todo el lado pobre de la IEP, aquellas iglesias y pastores que no cuentan muy a menudo en las grandes decisiones de poder, los hermanos que sufren hambre y la injusticia, visitarlos, estar con ellos, compartir sus privaciones. Quizás sea prematuro, pero ¿para cuando la IEP de verdad se va a tomar en serio las obras de caridad con la comunidad?
10. Un hombre con visión de futuro. Esto es importante. La IEP ha cumplido o está por cumplir un siglo. La época más difícil de toda institución, es seguir manteniendo vivo el poder aglutinador. Hemos notado que la IEP atrae poca gente nueva. Actualmente la gente que llega es porque tuvo o ha tenido algún familiar IEP, es decir, crece por crecimiento biológico (como católicos), y esto claramente es una merma en el poder de convencimiento que tiene la iglesia respecto de el sistema cultural de vida que propone. Me explico, claramente el llamado a la salvación lo hace Dios por medio del Espíritu Santo, pero luego el convertido decido dónde "sirve a Dios" conforme a si se siente bien acogido en una determinada denominación por el sistema cultural que esta le propone.
Conocemos mucha gente, que habiendo nacido al evangelio en la IEP, luego la abandonan porque esta no los acoge como es debido.
Que por soñar no nos quedemos atrás, ahora queda abierta la discusión.
LOS EDITORES