Introducción
Las Conferencias 2015 de la IEP han dejado varias
novedades relevantes para el devenir institucional de nuestra iglesia. Lo
primero, el hecho de la renuncia del Superintendente Valencia, luego, la
celebración de elecciones para elegir nuevo superintendente contraria a la ley
y estatutos, y finalmente, las primeras medidas tomadas por el usurpador del
puesto (no hay traslados de presbíteros y el Pastor Caro toma la Dir. Ejecutiva
del Directorio). Veamos cada uno de los puntos
1. La (pactada) renuncia del
Superintendente Valencia
Partimos por analizar el hecho más relevante que
marcó la pasada jornada. Esto es el fin de una larga era de la IEP, comenzada
en 1990 y terminada en 2015 (25 años).
La era Valencia comenzó en 1990 con la IEP siendo
aún una corporación de Derecho Privado n° 2424. (Ver antiguos estatutos acá http://iepcorrupta.blogspot.com/2011/11/estatutos-antiguos-iep-2424-corporacion.html )
En dicha época, y ante la muerte repentina del
Superintendente Silva, la IEP tuvo que llenar la vacante del referido cargo, y
aunque se diga lo contrario, no fue el Cuerpo de presbíteros quien eligió al
Pastor Valencia como Superintendente, sino que fue la Conferencia internacional
de pastores y delegados.
Esto merece una explicación previa. Los antiguos
estatutos de Derecho privado establecían como únicas autoridades de la iglesia
(art. 5 al 10) a “la Conferencia”, autoridad máxima de la IEP, integrada por
todos los pastores y hermanos delegados de las iglesias locales y “al
Directorio” (art. 11 al 15), el cual era la autoridad administrativa integrado
por sietes pastores, dentro de los cuales figuraba el Superintendente -quien ni
siquiera presidía al Directorio, pues este era presidido por el Presidente de
la Corporación-. Todos sus miembro eran elegidos por la Conferencia de forma
anual, salvo el Superintendente que duraba mientras la Conferencia no lo
removiese de su cargo, la cual podía hacerlo “cuando el caso lo requiera” (art
12).
En consecuencia, no obstante que el “mito” ha
afirmado que cada Superintendente era “nombrado” por el anterior Superintendente,
y el “mito” ha dicho que el ex Superintendente Valencia fue nombrado por el
Cuerpo de Presbíteros, la “verdad institucional” fue otra. Conforme a los
antiguos estatutos 2424, sólo la elección y ratificación democrática de la
Conferencia (autoridad máxima de la IEP) podía colocar y mantener legalmente en
su cargo al Superintendente, al Presidente de la Corporación (que representaba
legalmente a la IEP) y al resto del Directorio. El Cuerpo de Presbíteros como
órgano ni siquiera era nombrado en los viejos estatutos.
Por lo mismo, cuando en aquel lejano 1990, y luego
que el anciano Presbítero Pérez declinase ocupar el cargo de Superintendente en reemplazo del Pastor Silva, y luego que el
Pastor Rojas Dinamarca invitase a sus colegas a votar para elegir superintendente, seguido de lo cual se proclamó al Pastor Valencia
como tal, no se verificó realmente una toma de poder inmediata,
sino que se tuvo que esperar la elección y ratificación de la Conferencia de un
nuevo directorio conforme a estatutos, incluido el cargo de Superintendente y fue sólo en ese momento
comenzó la nueva era Valencia.
Pasado diez años, en el 2000, y ante un Superintendente
Valencia que resentía su falta de poder total sobre la IEP, en desmedro del
Presidente de la Corporación, el pastor Presbítero Oseas Gálvez, y con un gran
sentido de la oportunidad –en este caso oportunismo-, y por consejo de su abogado
personal, teniendo como telón de fondo la entrada en vigencia de la nueva ley
de cultos que creaba la posibilidad igualar a las iglesias evangélicas a
entidades de Derecho público (en esa época, lo eran en Chile solo la Iglesia
católica-romana y la Iglesia católica-ortodoxa), se activó una reforma para
pasar a la IEP desde corporación de Derecho privado a institución eclesiástica
de Derecho Público, y de paso generar profundos cambios institucionales que
tenían por fin concentrar todo el poder en la figura del Superintendente,
eliminando al Presidente de la Corporación, al Directorio elegido
democráticamente por la Conferencia, eliminado a los delegados de la hermandad, rebajando a la
Conferencia a una reunión sin poder alguno, en fin, transformando al
Superintendente en un Papa católico-romano con poder total y sin control de parte de
nadie.
Con el nuevo sistema en vigor, carente de control, y con
concentración absoluta del poder, surgió naturalmente la corrupción, el
nepotismo y el abuso. Este sistema corrupto, fue instalado y sustentado desde
la Superintendencia, fue apoyado por una cúpula de ejecutores afines a la corte
de la sede del poder -la Superintendencia ubicada calle Lazcano-, y se hizo y
deshizo durante décadas, hasta que la abusiva forma de proceder, basada en el secretismo y
el encubrimiento, comenzó a ser combatida desde la web, por páginas precursoras
a la nuestra, y por nuestro Grupo Editorial. De ahí en adelante, la historia es
conocida.
La era Valencia entró en crisis con el caso de las
licencias falsas. A tal grado, que pastores antiguos y otros no tanto, se
alzaron contra el Sistema, resquebrajándose con esto el principio de autoridad
ciega e irreflexiva, en la que se basa el sistema corrupto vigente, no obstante lo cual
el sistema siguió siendo sólido y asentado como forma de tomar las decisiones, por lo que este episodio sólo ayudo a socavar
el poder de la cúpula de la época, más no el sistema en sí.
Cuando el Pastor Valencia, ya anciano y enfermo, adhirió a la cómoda
versión que le susurraban al oído cercanos, en cuanto a que él era inocente de
todo el mal ocurrido en la IEP, y que la corrupción era provocada por su cúpula
y no por el sistema que él había fundado en 2000, y cuando nuevas figuras en
ascenso ante un decrépito Superintendente, como el Pr. Sepúlveda y sus cercanos,
se ofrecieron ante la Familia Valencia para ser una nueva cúpula que desplazase
a la anterior, y luego ambos se garantizasen un pacto de impunidad-dinero a cambio de
traspaso del poder, la suerte estaba echada sobre la IEP.
2. Las elecciones contrarias a la
ley y los estatutos
Aunque ya nos extendimos sobre esto en nuestro
artículo anterior. http://iepcorrupta.blogspot.com/2015/02/avivada-y-fraude-en-elecciones-de.html
Sólo queremos complementar lo dicho, con nueva
información recibida de parte nuestros colaboradores.
En efecto, la elección fue apurada al máximo porque
tanto la familia Valencia como el Pastor Sepúlveda desde siempre han temido la
pronta y repentina muerte del Pastor Valencia, y junto a esta muerte, la apertura de sus testamentos
cerrados no modificados (art. 21 estatutos), en el cual el Pastor Sepúlveda no es parte de los
“sucesores”, mientra que sus enemigos políticos si lo son.
Esto generaba mucho temor dentro del círculo del actual
usurpador de la superintendencia, más aún desde que publicamos que su mandato
de ayudante ilegal de superintendente terminaba irremediablemente a la muerte
del Pr. Valencia (sí, es evidente que el Pastor Sepúlveda y sus cercanos nos
leen también). Por los mismo se aceleró al máximo la ejecución de la renuncia,
el lobby previo sobre el presbiterio, y la celebración de votaciones contrarias
a estatutos.
3. Los avisos, las primeras decisiones del nuevo detentador del cargo de Superintendente.
Debemos decirlo con todas sus letras, el Pastor Daniel
Sepúlveda ha dado una muestra magistral de política. Él ha mostrado en este golpe
de poder que conoce y puede jugar con política pura y dura, y le ha funcionado a la perfección, ante un estupefacto
grupo de presbíteros, o que o no saben cómo funciona los mecanismo del poder, o
que sabiéndolo se hacen los desentendidos.
El Pastor Sepúlveda merece todo nuestro respeto en este
sentido, como fiel seguidor de Nicolás de Maquiavelo, o para los que gusten de
las series, de Frank Underwood, ha dado calculadamente cada uno de sus pasos
hacia la toma del cargo de Superintendente.
Desde una iglesia local del sur, no de aquellas que
se podrían llamar “metropolitanas”, ha ido construyendo poco a poco y con mucha
paciencia una red de contactos, y aprovechando la división de sus adversarios
políticos (la vieja cúpula de Valencia y sus afines) ha operado políticamente,
aprovechando los anticuerpos que entre el presbiterio de regiones (mayoritario)
generaba el núcleo de pastores con poder provenientes de Sargento Aldea, presentándose
como alguien que se encuentra consiente de que la IEP está sumida en la
corrupción y que necesita reforma, pero que es respetuoso de ese temor
reverencial casi atávico que genera entre pastores la sumisión a la figura del
detentador del cargo de Superintendente. Manipulando todos estos factores a su
favor, hasta el momento se ha impuesto, y se ve difícil que alguien lo mueva de
la posición que ha logrado.
En este mismo sentido, y fiel a su intuición
política, el Pastor Sepúlveda es consiente que aún no tiene el poder absoluto de
Superintendente sino que por hoy sólo detenta el cargo, y una cuota mayor de
“influencia” en la toma de decisiones, sin embrago "el poder" de la IPE está aún
fragmentado. Los actores con poder de decisión hoy en la IEP son:
El Cuerpo de Presbíteros, que se ha alzado como una
asamblea empoderada, desde que Valencia fuera encarado en varias ocasiones en ella,
desde la época de las licencias falsas, y que fue la asamblea que toleró (no
aprobó ni negó) la ayudantía de Sepúlveda a Valencia, y que luego aceptó la
renuncia de Valencia y en elecciones a la rápida le transfirió el cargo al
pastor de Parral.
Pero no nos equivoquemos, el poder también está fragmentado dentro del
Cuerpo de Peesbíteros, entre las distintas facciones lideradas por pastores presbíteros con influencia sobre otros colegas, los
cuales representan una serie de configuraciones de poder bastante complejas, y
muchas veces con intereses yuxtapuestos.
Luego, la familia Valencia (coheredera del poder de
la superintendencia junto a Sepúlveda) también mantiene una cuota de poder, lo
que se demuestra en que no obstante la renuncia de su padre, siguen manteniendo
la sede de la Superintendencia como un feudo personal, y junto a ello, la
oficina de contabilidad, con la cual retienen poder financiero (un poder no
menor al interior de la IEP).
Decíamos que el Pr. Sepúlveda, como político
inteligente que es, es consiente que no se debe dormir en los laureles y debe seguir
avanzando en consolidar su posición, y para hacerlo, lo primero que debe hacer
es cortar de raíz cualquier posibilidad de articulación de una oposición fuerte
a su nueva autoridad. En consideración a esto ha procedido a nombrar a su principal adversario
político, el Pastor Eliseo Caro en el puesto de Director Ejecutivo, un puesto
que lo coloca en apariencias como el segundo al mando de la IEP, pero a cargo de en un
órgano que no tiene el poder del viejo Directorio ni del Presidente de la Corporación de los antiguos estatutos.
Con esta movida se asegura la obediencia del Pastor Caro transformándolo
formalmente (y sólo en apariencias) en su más cercano colaborador, frenando con esto cualquier intento del Pastor de Sargento Aldea de socavar al recién
elegido Superintendente, pues de hacerlo, esto redundaría en socavar su propia posición.
Luego, el Pastor Sepúlveda, sabiendo que le debe su
puesto a los presbíteros, ha procedido a mantenerlos tranquilos y unidos, no
generando ningún cambio que alborote sus sensibilidades. El mantenimiento del
statu quo asegura tranquilidad en el corto plazo, y ayuda a consolidar su
posición, respetando incluso a los otros candidato que levantaron candidatura en
contra de él.
En todo este contexto, lo único que se mueve son las
así llamadas iglesias “chicas”, es decir, aquellas ocupadas por diáconos nuevos
y probandos, respecto de las cuales se procurará, sin duda, por parte del Pastor de Parral, de construir
el llamado "poder de base". Pues la consolidación total del poder, la tendrá que jugar el
Pastor Sepúlveda en convencer a los pastores subalternos de su propia autoridad
absoluta, para luego, cuando se renueven los cuadros del presbiterio (por
muerte o vejez inhabilitante) ir conformando un presbiterio afín, con nuevos presbíteros
que “le deban” el puesto. En esto se verá, en el mediano plazo, la pugna de poder
entre las dos autoridades máximas de la IEP, pues si el Cuerpo de Presbíteros
hace valer su autoridad, podría bloquear que el presbiterio sea renovado por el
Pr. Sepúlveda en base puros criterios de afinidad política a su persona. Pero
esa es una lucha que se dará en el futuro, y en la cual no se ahondará en este
artículo.
Finalmente, respecto de la reforma de la IEP, el
nuevo Superintendente manifestó que era necesaria, pero no se hizo nada concreto
orientado a materializarla. En nuestra opinión, esta es aún factible, y pude
servir como medio de regularizar la elección fraudulenta, introduciendo cambios
que nos hagan volver como IEP al espíritu de los estatutos 2424,
desconcentrando el poder, e introduciendo reglas de trasparencia y control institucional.
Si la voluntad política existe en este sentido por parte de las nuevas
autoridades, sin duda las apoyaremos en dicho cometido, pues más allá de las
pugnas de poder nos interesa la reforma de la IEP
Conclusiones al cierre
Las facciones de la IEP se solapan. La facción
Valencia dejo de existir, y hoy es la familia Valencia la que se alza como
nuevo actor al retener la sede de la Superintendencia y junto a ella la oficina
de contabilidad, sede del poder financiero, pero en realidad lo que desea la familia Valencia es asegurarse que el papa
muera con “honor”, pero sobre todo que no se les investigue por conductas
previas. La vieja cúpula está desmembrada,
el eje sargento aldeano se rompe, y no sería raro que en futuro sea
intervenido su esfera de poder. La nueva cúpula tiene que luchar, ya no para obtener el poder, sino
para consolidarlo, ya poseen la Imprenta Eben Ezer, controlan la fundación
misionera, ceden en el poder financiero, y se mantienen al margen de la fundación
educacional y la fundación de cuidado de ancianos.
Luego dentro del Presbiterio existen varias
posturas, los antiguos, los con opinión, y el resto (los presbíteros de cartón,
los sin opinión). Dentro de los primeros, las figuras de Oyanadel y González se
encuentran en su ocaso de poder, el primero a pesar de parecer que retoma
algunas posiciones, sigue en su exilio ariqueño y se conforma como
prosecretario de los presbíteros detrás del Pr. Rubén Contreras (verdadero premier de Sépulveda), el segundo se le tiene
por anciano, sin cargos de poder y sin mayor fuerza política. Dentro de los
presbíteros con opinión, casi todos toman posiciones dentro de los cargos de
poder de la IEP. La antigua oposición a Valencia se retira del escenario, con
la dignidad de no haberse doblegado ante el sistema corrupto, y sabiendo que
fueron el ariete que quebró su poder absoluto.
El resto de presbíteros, los sin opinión no tiene influencia
política ni la voluntad de hacer nada, miran para el lado y se conformarán con no perder sus regalías.
El Pastor Sepúlveda se hizo con el poder
institucional de facto, apostando a que la tolerancia lo consolide, como lo hizo
cuando asumió el cargo legalmente inexistente de ayudante del
Superintendente, el cual le sirvió de plataforma previa para dar el salto final a la superintendencia.
En fin, el futuro de la IEP en el mediano plazo
estará dado por la pugna que sin duda se dará entre los coherederos del poder
del Pr. Valencia, su familia y el Pr. de Parral, esto por el control de la
contabilidad y del poder financiero de la IEP. Y luego al morir el anciano Valencia,
veremos qué pasa con el artículo 21 de los estatutos aún vigentes, pues basta
que cualquier persona capaz de comparecer por sí mismo en juicio (Art. 869 del
Código de Procedimiento Civil) pida la apertura del testamento cerrado en que el Pr. Valencia nombraba sucesor, ante el
juez del ultimo domicilio del difunto, para
que se sepa cuál fue la voluntad del Pastor Valencia (aún no senil en dicha época) para que la
IEP posiblemente se desgarre en un guerra civil entre los sucesores que aleguen esto como
legal y nieguen la investidura obtenida fraudulentamente en las conferencias
pasadas. Seguiremos atentos los acontecimeintos.
EDITORES