La relación de cercanía con Dios,
es el fin último hacia el cual todo sistema de fe (el cristianismo lo es)
apunta.
La relación con Dios como estado
de bienaventuranza es lo que desde siempre ha sido definido como santidad (citas
bíblicas y teológicas sobreabundan).
La Santidad es ante todo un
estado de gracia y por gracia. Un estado que denota plena comunión entre la
criatura y su creador, en el cual el primero vive su fe en plenitud con plena
conciencia de ser uno con su Padre celestial, y el segundo se revela como
creador, salvador-justificador, y santificador, como Dios de amor, de Justicia,
amparador, y un largo etc., en definitiva como el Alfa y la omega.
Existe una profundidad insondable
en el concepto de santidad, respecto del cual se podría seguir ahondando
infinitamente. La santidad al fin de cuentas es parte del misterio del amor de
Dios hacia al hombre, el cual llega a tal grado, que lo hace humanarse para
salvarlo, y lo lleva a declarar que “busca” adoradores en espíritu y verdad, todo
para mantener una relación íntima con ellos, como un padre, amigo y hermano.
El que vive en Santidad, camina
con Dios, es contado entre los amigos de Dios, es un bienaventurado en todo el
sentido de la palabra.
Pues bien, toda esa profundidad
no existe en un concepto completamente contrario, que se contrapone a la
santidad, y que nosotros llamaremos “Santulonería”.
La santulonería no es lo mismo
que la santidad, pues la santulonería es ante todo “pedantería”. El santulón se
siente superior al resto de sus hermanos, pues considera que lo que hace, lo
transforma en un ser superior al resto. Normalmente lo que hace es tratar de hacer
las condenadas obras de supererogación (vea los artículos de fe de su himnario
con citas bíblicas), esto es, pretender por medio de sacrificio propio, no
debido ni impuesto en el evangelio, ponerse por sobre el único sacrificio
suficiente de Cristo en la cruz.
La santulonería no es más que el fariseísmo
denunciado por el Señor, es decir, el tocar trompetas cuando se va a hacer algo,
el elevar las filacterias en los lugares públicos, la prepotencia del que pretendiendo
adorar a Dios, en el fondo se adora a sí mismo.
El santulón habla impostadamente para
parecer santo, viste según la tradición santulona que tuerce las sagradas
escrituras para dar cabida a su "evangelio de mala" fe basado en apariencias y no
en verdadera espiritualidad, el santulón apoya económicamente a la iglesia para
asegurarse preponderancia en el sistema santulón, no por amor y gratitud a la
obra.
La santulonería es también hipocresía
(otro mal del fariseísmo) y sobre todo “mala fe” en la forma de vivir el
evangelio, pues normalmente el santulón es un lector de la biblia, pero lo lee
como una actividad más de su vacía santulonería y no como alimento espiritual (e
intelectual) que llena el alma, como el pan lo hace con el cuerpo. Sabe lo que
hace, pero prefiere su santulonería por el (falso) “prestigio” que ésta le da
ante sus incautos e ignorantes pares.
En nuestra amada IEP, existe
muchos pastores (no todos por supuesto), hermanos y hermanas que consideran la santulonería
como “doctrina oficial de la iglesia”. Y elevando sus filacterias en sermones
cargados de “poses de santidad” pretenden mostrarse al resto como modelos a
seguir, colocando piedras sobre la hermanad que ni ellos mismos están dispuestos
a mover con el dedo.
Esta gente es nefasta, pues ha
"castrado espiritualmente" a generaciones completas sometiéndolas a su evangelio
de mala fe y de la ignorancia, lleno de tradiciones sin sustento bíblico. Los
santulones terminan al final del día siempre colocándose dócilmente al servicio
del sistema corrupto que carcome a la IEP, pues el sistema corrupto y la corrupción
se retroalimenta de la santulonería, que no es más que una manifestación de la corrupción
orientada hacia la forma de vivir el evangelio.
Por eso, ahora que se llama a
tomar conciencia contra el sistema corrupto de la IEP, no cejemos en nuestro esfuerzo de separar la santidad de la santulonería,
de diferenciar claramente la una de la otra, y de con la ayuda de Dios rogar por vivir un
evangelio de buena fe para todos los hermanos y hermanas de la IEP.
PD: Sabemos que la palabra de la RAE es santurronería, pero deliberadamente hemos usado la expresión "santulonería" por ser la expresión que la propia hermanad aplica a la persona que finge santidad.